La gastronomía es una forma de aproximación al conocimiento de la cultura de un pueblo. Conocer sus recetas y los ingredientes que emplean no sólo forma parte de la gastronomía, sino también de la identidad misma de esa comunidad. No olvidemos lo que en su día dijo el gran escritor, periodista y gastrónomo Josep Pla: aquellos pueblos que no conocían sus vinos y sus quesos tenían un serio problema de identidad.
Por ello visitar el restaurante Alma en Alicante es como realizar un pequeño viaje a la identidad de un país que, en la actualidad, está en serias vicisitudes.
Si uno va preparado para descubrir sabores desconocidos, la sorpresa es mayúscula al encontrar que son familiares y, sobre todo, lo que muchos describirían como auténticamente caseros.
Encurtidos, que suelen acompañarse de vodka, ensaladillas varias, con remolacha (Vinegret), salchicha (Olivié) o arenque (Shuba), muy parecidas a las alemanas (quien las conozca)...
Embutidos de cerdo que se comen sobre una rebanada de pan negro y mostaza casera, pollo cocinado de varias maneras, entre ellas empanado (Al estilo Kiev), arenque con patata cocida y cebolla...
En cualquier caso y para este viaje, nada mejor que dejarse llevar por cualquiera de sus dos socias e "introductoras de embajadoras": Olga en cocina y Sveta en la sala.
Muy recomendado pedir una degustación para que el viaje sea completo y repetir la visita para degustar todo lo no probado.
Y, además, poder llevarse a casa algunas de las laboriosas elaboraciones como los Pelmeni o Vareniki, ambos similares a raviolis, que preparan en el restaurante y congelan.
De verdad, toda una cocina con el alma y el recuerdo de Ucrania.