Ríos de tinta se han escrito sobre el restaurante Piripi y su hermano mayor Nou Manolín, porque ambos nombres componen el ADN gastronómico de la ciudad de Alicante y, por qué no decirlo, del ADN gastronómico español. De la visión que, en el año 1972, tuvieron sus fundadores Vicente Castelló y su mujer Vicentina para crear el concepto gastronómico de lo que se denomina la "barra alicantina". De la de premios y menciones que acumulan. Nuevamente de la misma visión, cuando sus hijos Silvia y José Juan, en el año 1994, abrieron Piripi, en una zona de futuro desarrollo de la ciudad, con un interiorismo más moderno, pero con los mismos principios en su cocina. Así mismo, con la creación del Grupo GastroNOU, que incorpora otros negocios como el espacio Pópuli Bistró, en la zona de la Albufereta, con la mejor oferta de eventos de Alicante, y la enoteca y tienda de vinos Vadevins.
Para los alicantinos es una alegría ver que, hoy, cuando se cumplen 52 años de la primera apertura, se incorpora una tercera generación de la familia, Carlos Castelló, con una sólida formación en cocina en la prestigiosa Escuela de Hostelería Hofmann de Barcelona y Máster en Sumillería por el Basque Culinary Center del San Sebastián. Porque eso significa que, para el deleite de todos nosotros, el futuro está garantizado, porque sin ambos esta ciudad no sería completa.
Así pues, esta reseña no es para quien lo conoce sino para quien todavía no ha tenido la oportunidad de hacerlo. Para los que hemos estado, visitarlo es una fiesta. Es que ese día se convierte en uno diferente y especial a todos los demás.
El secreto es la materia prima que manejan. El cuidado con que la tratan y cocinan. Es el único sitio de Alicante donde se puede probar los mejores arroces y con singularidades como Arroz con pieles de bacalao. El servicio, el más cuidado, casi es una escuela en su estilo.
La forma de comer es en mesa de restaurante o en barra, donde no se reserva y se espera a que quede libre el primer hueco. Donde se observan los productos que se muestran sobre ella, donde se piden algunos de la carta y donde se observa lo que sirven a los vecinos para pedir una ración de lo mismo.
En definitiva, uno de los mayores placeres que tiene esta ciudad. Gracias a los Castelló por su dedicación.