Olvídense de los aperitivos convencionales, de los tardeos previsibles o de las copas y combinados de toda la vida. Hace tiempo que ha llegado el cóctel, pero ahora podemos decir que ha tomado carta de naturaleza y posición de dominio en el sugerente y amplio mundo de la hostelería, la gastronomía y la vida social.
“Un cóctel es una aventura, una experiencia única y sorprendente”, nos dice Antonio García, maestro coctelero y responsable de la barra del Cocktail Bar La Terrasse, en Benidormю “Yo quiero que mis clientes hagan un viaje sensorial, que dejen volar su fantasía cuando prueban uno de mis combinados”.
Totalmente de acuerdo. Beber es viajar. García nos propone dos cócteles presentados con una escenografía compleja, el primero de los cuales nos transporta a los exóticos mundos de Arabia con sus sabores y aromas misteriosos, y otro posterior que nos lleva también a los exóticos mundos de Oriente, esta vez con un cóctel dentro de un farolito chino que explota en nuestra boca como una sinfonía de cítricos y que, según sus revelaciones, tiene una mezcla de sake, yuzu y ginebras de corte asiático.
El arte del cóctel ha experimentado un enorme impulso en los últimos años. En el ecosistema de la gastronomía, la cocina ha llegado a unos niveles de complejidad y refinamiento difíciles de superar, pero la sala y la barra, según los expertos del sector, se habían quedado estancadas. La coctelería supone un mundo nuevo y fascinante que complementa y enriquece la oferta gastronómica y abre un sinfín de expectativas a los cada vez más solicitados bartenders. Son habituales en nuestro país los encuentros, los concursos y los eventos de todo tipo en los que los maestros cocteleros demuestran su arte.
“Yo soy más bien clásico, hago cócteles con productos de la zona, de kilómetro cero, cuidando la huella de carbono”, nos asegura Felipe Fuster, conocido como Pipo Gin, un artista de la mezcla, experto en maridar cócteles y comida. “Podemos mezclar vermú con ron añejado, con whisky, dándole un punto muy diferente, y podemos hacer un cóctel de ginebra, maracuyá y zumo de limón y maridarlo con ostras y salazones, haciendo un planteamiento totalmente mediterráneo”.
Los bartenders, expertos profesionales en la coctelería, han empezado a experimentar con todo tipo de bebidas, incluso con aquellas de las que nunca nos hubiésemos imaginado sus cualidades como ingredientes en todo tipo de cócteles. La Cazalla, el Cantueso, el vino de Jerez e incluso el selecto Fondillón, se revelan ahora como bebidas versátiles dispuestas a la mezcla.
La sonoridad de estas bebidas tan sofisticadas nos acerca al aspecto más literario e incluso cinematográfico del cóctel. Manhattan, Negroni, Cosmopolitan, Daiquiris… todo queda envuelto en un mundo refinado y en cierto modo mítico, que con el paso del tiempo está perdiendo su aura selectiva y excluyente. El cóctel se democratiza, se consume de forma más habitual y por un segmento mayor de la población.
Si hay que recordar y poner en valor el trabajo desarrollado por algunos locales emblemáticos, no podemos pasar por alto el famoso NIC, en el centro de Alicante. “Yo descubrí este bar como cliente y, desde entonces, supe que tenía que dedicarme a esto”, nos asegura Simone, al frente de la barra del NIC, que ha pasado de elaborar los muy apreciados gin tonics a convertirse en una de las coctelerías de mayor nivel de la ciudad. “En realidad me ajusto bastante a lo que quiere el cliente, si lo prefiere amargo, dulce, seco, refrescante o también a la hora que es, si es antes de comer o después, el cóctel es muy versátil”.
Apúntense a esta tendencia. Un cóctel es una bebida llena de evocaciones, sabores extraños y nuevas sensaciones, surgidas de las habilidosas manos de estos artistas. Un pequeño mundo contenido en una copa.